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sábado, 25 de julio de 2015

ALGÚN OTRO LUGAR. Reseña.



Mucho, -demasiado, diría yo-, se ha hablado o escrito sobre Los Beatles, bastante se ha reseñado a John Lennon o departido sobre el mismo Paul McCartney; en contraste, se ha gastado poca saliva o tinta valiosa sobre el Beatle Religioso, sobre el Compositor de Dios, sobre el Seducido de la Filosofía y el Pensamiento, sobre el Romántico de las Flores e Inciensos, del Héroe y del Enamorado de los Jardines, del Inventor de una Nueva Música, del Ángel de la Concordia, es decir del Beatle Místico, de George Harrison, a pesar de su importancia artística e ideológica. Harrison, quien corona y convive con los ángeles del Reino de la Paz, Libertad y Amor a Dios, el Amigo de la Espiritualidad y de las Carreras. Harrison, el Hare Krisna, quien empuña la guitarra para enamorar a Dios, quien  pulsa con los dedos un himno al Creador y al terminar, apunta los dedos al cielo para confesar solícito mientras besa el pasto: “Sólo soy un hippie, un greñudo que ama el rocanrol, un hermano del sol que brilla para nosotros, sólo soy, un pobre loco poseído por la luna, un caballo obscuro que no se cansa de correr por la pradera verde llena de duendes compatibles y esperanzas rotas y una ilusión fallida al final.”
 
Dos de las pasiones más acendradas y punzantes que tengo en mi vida, son, por orden de importancia, la música y la literatura. Resulta que en este libro en comento, - simplemente un hermoso objeto cultural ya imprescindible- , coinciden ambas de una manera singular y pertinente. Singular porque no es cualquier tipo de música; son Los Beatles y George Harrison, mi segundo escarabajo favorito; y pertinente, porque si hubiera llegado este libro en otro momento de mi vida, tal vez no lo hubiera sabido apreciar tal como ahora lo hago. Para alcanzar esta emoción intelectual, tuve que vivir todo lo que he vivido y leer todo lo que he leído.
El libro es el producto de un trabajo intenso de Mariana Dalzell, -admiradora de la obra de George Harrison-, quien convocó a un concurso de cuentos relacionados al Beatle Callado, para que, con los textos ganadores, pudiese conformar un libro, que de verdad es la valiosa suma de resultados copiosamente exitosos y lo que es mejor, verdaderamente atractivos .
Son doce cuentos escritos por otros tantos autores de distintas nacionalidades: México, Argentina y Chile. Me parece que son muy originales, muy bien escritos y ampliamente sentidos, pero sobre todo, gestados no solamente en y por la inteligencia humana, sino también en y por el corazón espiritual, es decir confluyen en tan pocas letras, (plasmados en tan sólo 101 páginas), las más grandes cualidades que tiene el hombre: la razón y el amor, (plasmados en tan sólo 101 mil billones de páginas).
Para el concurso, se formó un jurado dictaminador. Los cuentos  ganadores fueron: primer lugar: El eterno retorno de Aditya;  segundo lugar: Soy feliz al bailar contigo y, tercer lugar: Piensa por ti mismo. Los cuentos que recibieron menciones honoríficas y que también se incluyen en el libro son: Georgeson; Harrison y el viaje surreal; El hombre en transición; The inner light; Lejos en la distancia, cerca del corazón; La montaña de la luz, y, El sueño ha comenzado.
Para mi entender y sentir, el cuento que más me gustó fue el de “Soy feliz al bailar contigo”, del cual en su momento, daré mis argumentos, eso, por qué pensamos traer a la recopiladora de la obra harrisoniana a Pachuca, para que nos comente de viva voz, sus razones para realizar tan esplendido y admirable trabajo y sobre todo para que nos traiga unos ejemplares a la venta para contar en nuestra biblioteca, con este título tan importante, no sólo para los beatlémanos, que ya es decir, -sobre todo porque del Beatle Filosofo, prácticamente no existe una bibliografía tan difundida-,  sino  además, porque tiene muchos méritos literarios y es un goce generosamente arrobador, disfrutar de su lectura tan deliciosa. Con y a través de ella, se aprende mucho, se vive una experiencia impar, se transporta uno a otras atmosferas etéreas y a un pensamiento poético y filosófico, pocas veces sentido. ¡Qué hermosa es la sabiduría!  ¡Señores, estamos hablando nada más  de George Harrison!
Esperen la fecha, pronto tendremos a Mariana por acá, para conocer su sincero esfuerzo, que solo merece nuestros aplausos, que todavía deben ser más sinceros, a ella y a los escritores.
Podría citar como remate, algún párrafo encantador del libro, qué es lo que se acostumbra cuando se hace alguna reseña de un libro de cuentos, pero prefiero que compren el libro y ustedes mismos comprueben la belleza de lo que  trato de compartir.

martes, 21 de julio de 2015

Presentan libro sobre George Harrison en Real del Monte





Categoría: Estilo        
Publicado originalmente: Lunes, 27 Mayo 2013 10:32 

Escrito por Daniela Canul


PACHUCA.-Se presentó el libro Algún otro Lugar. Antología de Cuento de George Harrison de la autora Mariana Dalzell en el “Centro Cultural Real del Monte” donde se festejó el Primer Encuentro Literario Sobre The Beatles, organizado por el programa de radio local “Concierto Beatle 98.1” que tiene 27 de años de transmisión ininterrumpida.

En un auditorio casi lleno y con la presencia de Álvaro Ávila Cruz, co-fundador del programa de radio, y Fernando Reyes Juárez, escritor del cuento ganador del libro; Miguel Darío Lorenzana (actual impulsor de la beatlemanía en el estado) dio la tercera llamado para la presentación y darle la palabra a Mariana Dalzell quien comenzó dando las gracias por la invitación para poder difundir su proyecto.

La autora se define como una “eterna enamorada de la música de George Harrison”, explica que lo conocío cuando tenía tan sólo 12 años de edad buscando un acetato de David Bowie en un Aurrera ubicado en el metro Nativitas (que actualmente es un Walmart), gracias al ver la contraportada del disco Rubber Soul de The Beatles ya que llamó poderosamente su atención un chico ataviado con una vestimenta estilo cowboy “y una mirada muy hermosa”, no era otro más que Harrison.

Comenta que su vida cambia por este evento ya que su horizonte musical se amplia y desde entonces comienza a buscar a Harrison en cualquier lugar hasta 2010. Caminando por Coyoacán se encuentra con el libro 22 Escarabajos. Antología hispánica del cuento beatle del escritor A.G Roemmers, pero mientras más lo leí, más decepcionanda se sentía porque no conseguía encontrar a Harrison.

Por ese enojo y decepción al no poder encontralo, determina que tiene que hacer algo al respecto para poder leer al Beatle silencioso. Al no ser “una gran escritora”, decide convocar a que la gente escriba porque ella pensó que así como tenía la necesidad de leer a Harrison, había gente con la necesidad de escribir sobre él.

Así que lanzó la convocatoria para el concurso de cuentos el 26 de Noviembre del 2010, en el marco del aniversario número 40 del álbum All Things Must Pass, primer disco solista de George, y dice que desde entonces ha sido un camino con un aprendizaje continuo. Menciona que uno de sus mayores aprendizajes fue hacer conecte con diversas personas como con Salomé Villaseca Gómez quien se encargó de realizar el diseño del cartel, mismo que es la portada del libro, quien le dio a Harrison una connotación natural muy relacionada con su época de “jardinero”.

La convocatoria se cerró el 1° de Mayo del 2011, llegaron 24 cuentos y el primero de ellos fue desde Argentina, después llegaron más de este país, Chile y de diversas partes de nuestra República. Al término de la convocatoria, comenzó el proceso de seleccionar los mejores cuentos durante 3 semanas y para ello algunos de los que conformaron el jurado fue el escritor Luis Humberto Crosthwaite, la escritoria María Emilia Chávez Lara y el locutor Francisco Pérez Guzmán.

La antología terminó conformándose por los 3 primeros lugares, 7 cuentos invitados y uno escrito por Mariana Dalzell como una manera de corresponder al esfuerzo de los escritores que mandaron su cuento. Gracias a la editorial independiente Fides ediciones que confió en el proyecto, el libro vio la luz el 25 de Noviembre del 2012 acompañado de la presencia musical de la banda tributo a Harrison Apple Scruffs.
En este libro “hay tanto amor involucrado que si le abres tu corazón, te va a decir algo, algo que tú estés buscando encontrar”, asegura la autora. Para ella lo más importante es que haya un producto “lo suficientemente bonito” para honrar una de las “músicas más profundas en la historia de la humanidad”.

La antología de cuento trata de quitarle a George Harrison algo del peso de The Beatles y alejarlo de la sombra de Lennon-McCartney que tiene, además de mostrar a Harrison no como una personalidad sino enseñar su lado humano.

Al finalizar la presentación se hizo una serie de preguntas en donde Miguel Darío, citando el inicio del cuento que escribió Mariana, le cuestionó: ¿Cuál sería la pregunta que le harías a George Harrison si estuvieras frente a él?; a lo que después de unos momentos de meditarlo, Mariana Dalzell contestó: “No creo que le haría ninguna pregunta, yo creo que lo vería a los ojos y obtendría las respuestas a las preguntas no hechas.”

martes, 30 de noviembre de 2010

La prueba Harrison, por Juan Villoro.

No recuerdo haber leído este artículo hace ya casi 9 años. Lo leí ahora y lo veo como algo estupendo que logra captar mucha de la sutileza que implica gustar, amar, paladear, vibrar a George Harrison.

El artículo completo va en este post pero no intenta afectar los derechos de autor de Juan Villoro o Letras Libres, Enero 2002.





La prueba Harrison, por Juan Villoro.

"¿Con qué Beatle te identificas?" Durante décadas esta pregunta ha sido la versión pop de la prueba de Rorschach. La muerte de George Harrison, a los 58 años, demostró que millones de vidas mantenían vínculos mentales con el recluso que rara vez abandonaba su jardín de 33 acres. Cordelia pensó en el sari color azafrán que compró cuando pasaba por su fase mística y que los dedos del torpe Ramón nunca lograron abrir; Edwin recordó la tarde en que marcó el 21-18-78 de Radio Éxitos para pedir "Here Comes the Sun" y usó un alias para no menguar su pasión pública por los Stones; Carmina vio el rostro apacible del más joven de los Beatles, colgado sobre su cama en los tiempos en que fue vegetariana hasta la anorexia; Genaro se comparó con Harrison y Clapton y decidió que si no compuso un clásico como "Something" o "Layla" fue porque Patti Boyd no le hizo caso. Numerosas decisiones íntimas tuvieron que ver con ese icono esquivo. Como el Che, George decidió las barbas de una generación. Además, abrió la principal ruta de la meditación y las especias del siglo XX. Cuando convenció a los otros Beatles de ir a la India reveló que de las expediciones iconoclastas se regresa con bigote y que esos músicos más famosos que Jesucristo ¡necesitaban un gurú!
     "Teresa Quiñones me amaba porque tenía la costumbre de mirarla en silencio cuando ella discurría sobre la disolución del yo". Con esta frase comienza un relato de Cristina Rivera-Garza. George suscitó un afecto semejante; sabía admirar a los otros tres; fungía como nuestro enviado especial a los portentos. Su minoría de edad obligó a que el grupo interrumpiera sus conciertos en Hamburgo, y algo quedó de esa novatez en la conducta del guitarrista. Su perfecto corte de pelo delataba al primer fan del grupo. Nunca nadie logró parecerse tanto a un Beatle como George. Era el más guapo pero las chicas querían acostarse con John o casarse con Paul. Ajeno al virtuosismo, cuando tuvo oportunidad de lucirse con un solo en "While my Guitar Gently Weeps" le pasó la tarea a Eric Clapton. Y sin embargo pertenecía al círculo: era obscenamente común ¡y estaba dentro! En el test de identificación Beatle, Harrison representa un delirante triunfo de la normalidad. Como a otro célebre jardinero, el protagonista de Desde el jardín, de Jerzy Kosinsky, le bastaba "estar ahí" para tener un destino excepcional. Al menos eso pensaba la fanaticada, capaz de reducir su biografía hasta el agravio. ¿Pero qué es una prueba de Rorschach si no una traducción de manchas en molestas mariposas? Aunque compuso "Taxman" en 1966, el inmenso talento de George tardó en aflorar. Su obra capital, el álbum triple All Things Must Pass, pertenece a la etapa postbeatle y apareció con perturbadora proximidad a la ruptura, como si el guitarrista ofreciera las cintas archivadas por la indiferencia del poderoso binomio Lennon-McCartney. De manera típica, fue quien mejor usó su prestigio de Beatle para apoyar causas ajenas al conjunto. Promovió el sueño naranja de los hare-krishna, salvó al cine británico en años de penuria con la producción de tres películas de culto (La vida de Brian, Bandidos del tiempo y Mona Lisa) e inició la filantropía de alto volumen con el concierto para Bangladesh.
     George tenía algo de Beatle accidental; vio en silencio a John, Paul y Ringo, y tal vez practicó sus ejercicios de respiración ante los alegatos de Yoko. Cuando le tocó hablar, yaen la agonía del cuarteto, propuso ¡la disolución del yo! El testigo privilegiado de la fama usó su repentino protagonismo para diluir las individualidades en karma positivo. La segunda fase Beatle de George se rigió por el distintivo timbre del sitar y la búsqueda de una razón trascendente, una rueda de luz ajena al hit-parade. Identificarse con esta etapa involucra mayor militancia espiritual, o por lo menos curiosidad para probar semillas y zonas de energía.
     Aunque nunca abandonó por completo la escena y participó con Bob Dylan y Roy Orbison en los Travelling Willburys, Harrison dedicó lo mejor de sus últimos años a cultivar su jardín. De golpe algo lo tocó en forma distinta y empezó a hablar de la forma en que había sido relegado en los Beatles. Parecía haberse sometido a la variante pop de la prueba de Rorschach y no le gustaba identificarse con el colado.
     Su muerte dejó la sensación de vacío de la interrogante de "A Day in the Life": "¿Cuántos agujeros se necesitan para llenar el Albert Hall?" Otra canción de entonces adquirió un aire de negra profecía: "When I'm Sixty Four". Recuerdo una caricatura de 1967 o 68 en la revista Pop donde los Beatles aparecían con las papadas y las calvas que tendrían a los 64. En su momento el dibujo fue una burla divertida; ahora representa la imposible tercera edad de los Beatles.
     En su lecho de muerte, George pronunció el mantra que escogió desde que se supo enfermo de cáncer. El mejor de sus discos alude a la evanescente sustancia del tiempo: Todas las cosas tienen que pasar. A pesar de estas pruebas de paz y resignación, se fue sin apagar la luz ni aclarar cuántos agujeros necesitamos para llenar el Albert Hall.
     Los criminólogos aplican la prueba Harrison para saber si el sospechoso ha disparado un arma de fuego; es la memoria de la muerte en las huellas digitales. En la cultura de masas, las pérdidas pasionales responden a otra prueba: "¿Con qué Beatle te identificas?" Hay un genio lunar, un genio solar, un narizón de carisma y el muchacho que quería pertenecer a los Beatles. George Harrison se atrevió a que uno de nosotros mereciera la singularidad. Extrañamente, lo consiguió. -"